Monday, May 3, 2010

Big Green, Environmental Justice and Climate Justice

FYI - versión en español abajo - 

earlier version published in The Nation here: 

http://www.thenation.com/bletters/20100322/hari

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Mr. Hari's article is a welcome critique of a significant set of the "Big Green" environmental organizations (e.g. http://www.sourcewatch.org/index.php?title=Big_Green). It is something we in the United States have known since the 1960s.

In the 1980s, these mainstream environmental organizations have systematically agreed to abandon the grassroots impulses of the movements and communities that created them (Robert Gottlieb, "Forcing the Spring"). 

I would add to the conversation that environmentalism in the United States has a long history of failing to adequately stay true to the *values* of what used to be a radical movement. Certainly, those values - that some things are sacred, worth protecting, and should exist outside of their value to someone else's profit motive - are what draw elite and nontraditional students to my classrooms in Environmental Studies and Ethnic Studies, in California, and in the U.S. Northeast. Failing to live up to those values is also part of the reason why membership and active participation in those Big Green organizations continues to dwindle after graduation.

In 1991, people of color environmental organizations also critiqued "Big Green" organizations for not representing the full diversity of environmental interests, in particular, for their failure to address the major environmental issues of poor and low-income people of color communities in fair and equitable ways - and sometimes contributing to and perpetuating harm. In rural communities these issues include mining and coal, water, forests, agriculture and pesticides, in urban communities, air quality, traffic and transit, asthma and gentrification. Local branches of those organizations have often been helpful, but when push comes to shove, the national has often come down to silence and censor effective analyses and action.

By the time of the publication of the "Death" and the "Soul of Environmentalism" in the early 2000s, Big Green organizations had in some cases started environmental justice programs, but rarely added to the already-existing efforts, coalitions and leadership of the environmental justice movement. These continued debates - and the splash they create - affirm that the *soul* of environmentalism is located precisely in *community* organizations. 

Where is the leadership on climate change, then, if not with the Big Greens? The growing climate justice movement in the United States starts from the base of communities that are being impacted by the currently existing polluting industries, the ones who have, in large part, created this mess and lined their bank accounts with the profits. For frontline and fenceline communities, "trading" or "offsetting" pollution means continued sickness and death. These communities know that the only viable, healthy and sustainable solutions to global climate change refuse the false solutions offered by market mechanisms. Climate justice communities and organizations in the U.S. also know that human and environmental health and community sustainability in impacted areas must begin with sharp emissions reductions at home, by implementing already existing solutions. They are already advocating these things, internationally and in the United States. Moving forward, we must support the leadership of these diverse organizations - from Native America, from Richmond, CA, the Bronx, Brooklyn and Harlem, NY, and many other locales.

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Quiero agradecer al Sr. Hari por su análisis critico de las grandes ONGs ambientalistas (ENGOs por sus siglas en ingles), algo que nosotros de comunidades de base aqui en los EE.UU. ya supimos desde los años 60.

En la década de los 1980, éstas BENGOs, conocidas como “Big Green” (e.g.http://www.sourcewatch.org/index.php?title=Big_Green), se pusieron de acuerdo abandonar el movimiento social y las comunidades que les habían empujado hacia el poder político (Robert Gottlieb, “Forcing the Spring”).


Quisiera notar que el movimiento de las BENGOs en los EE.UU. tiene una larga historia de no seguir los valores fundamentales del movimiento que les dió luz. Son aquellos valores – de que todavía existe el querer y deber de proteger a lo sagrado, fuera de su habilidad para enriquecer a algún rico – que llaman la atención de los muchos estudiantes que pasan por mis clases en estudios ambientales y estudios étnicos, en California, y el noroeste del país. También se ve que la membresía de estas organizaciones se disminuye cada año, por las mismas razones.


En 1991, organizaciones del movimiento para la justicia ambiental, viniendo de comunidades de minorías de bajo ingreso, hicieron su propia crítica del las BENGOs, por no representar a los intereses ni participar o apoyar las luchas para mejorar el medio ambiente de dichas comunidades, y hasta a veces empeorando la situación de estas comunidades mas vulnerables a los efectos de la contaminación ambiental. En las comunidades rurales eran cuestiones de las minas, el carbón, el agua, los bosques, la agricultura y las pesticidas, en las comunidades urbanas, la contaminación del aire, el transito y el transporte público, la asma y el desalojamiento de las comunidades trabajadores. Aunque las oficinas locales de muchas de las organizaciones BENGOs sí apoyaban a las luchas de dichas comunidades, el momento en que el conflicto llegaba a un nivel mas amplio, llegaban las oficinas nacionales a silenciar los análisis y acciones.

Cuando aparecieron las publicaciones el “Muerto” y “El Alma del Movimiento para la Protección del Medio Ambiente” en los 2000,  algunas de las “Big Greens” habían ya empezado programas para la justicia ambiental, pero sin apoyar al liderazgo de las mismas comunidades u organizaciones que existían antes. Para nosotros, esto se conoce como una falta de respeto a sus antepasados, a l@s que te hicieron existir. Estos debates – y la gente que les encende – muestran en plena luz que el alma del movimiento ambientalista se ubica precisamente en las organizaciones y comunidades de base.


¿Donde, entonces, se encuentra el liderazgo moral, intelectual, político, del movimiento ambientalista, si no está dentro de las “Big Greens”? El creciente movimiento para la justicia climática en los EE.UU. empieza desde la base de comunidades que existen bajo los impactos diarios de las industrias contaminantes que han causado la mayor parte del daño. Para las comunidades en estas zonas fronterizas entre vecindarios contaminados y vecindarios limpios y sanos, la comercialización de la contaminación profundizará la incidencia de asociadas enfermedades y muertes.


Las comunidades y organizaciones del movimiento para la justicia climática saben que las únicas soluciones viables, saludables y sustentables al cambio climático rechazan a las falsas soluciones ofrecidos por los mecanismos del libre comercio. Las mismas comunidades tambien saben que la salud humana, la salud ambiental y la sostenibilidad comunitaria en las áreas más impactadas tiene que empezar con reducciones severas en las emisiones de gases de efecto inveradero, y su reemplazamiento con alternativas qye ya existen. Las comunidades ya han estado abogando por estas soluciones, al nivel internacional tanto al nivel nacional y local. Hacia el futuro, debemos apoyar al liderazgo de estas diversas comunidades y organizaciones – de américa indígena, de Richmond, CA, del Bronx, Brooklyn y Harlem, NY, y muchas otras lugares. 

Posted via email from Decolonizing Environmentalism

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